jueves, 22 de noviembre de 2012

El País de nunca "Hamás"

En los últimos días se ha vuelto a intensificar el conflicto en Oriente Próximo, tras el asesinato selectivo israelí de Ahmed Yabari, el jefe militar de Hamás en Gaza. La respuesta de las milicias palestinas ha sido contundente: lluvia de cohetes y misiles que han hecho sonar las alarmas en Tel Aviv y hasta en Jerusalén, algo que no sucedía desde hacía décadas. Mientras, el Ejército israelí se ha empleado a fondo en Gaza. Ha bombardeado durante ocho días y noches el estrecho pedazo de territorio palestino y ha matado a más de 150 personas.





Intentar entender el conflicto palestino-israelí es prácticamente un imposible. Judíos y palestinos llevan más de medio siglo enfrentados, con continuos altercados violentos y rutinarios actos de barbarie y terror. Hace una semana el selectivo asesinato israelí de Ahmed Yabari, jefe militar de Hamás en Gaza, abrió la caja de pandora y reavivó una escala de actos violentos en la Franja. Las milicias de Hamás enviaron numerosos misiles hacía Tel Aviv y el propio Jerusalén y la respuesta de Israel ha sido contundente. Han bombardeado Gaza con fiereza, ocho días y noches de barbarie sin tregua para el pueblo palestino, que ha visto como más de 150 personas han perdido la vida. Una escenificación clara de que judíos y palestinos se encuentran en terrenos totalmente opuestos para lograr un principio de paz y concordancia con respecto al conflicto en Oriente Próximo.

EEUU se ha posicionado claramente en favor de Israel al que considera el país agredido. La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, reafirmó el apoyo “sólido como una roca” de EEUU a Israel, a la vez que hacía una llamada para evitar una escalada del conflicto. "Estados Unidos trabajará con nuestros socios en Israel y en toda la región para conseguir seguridad para el pueblo de Israel, mejorar las condiciones del pueblo de Gaza y avanzar hacia una paz global para todos los pueblos de la región"  dijo Clinton a su llegada a Jerusalén.

Obama entendió desde el principio de su presidencia que la solución del problema palestino-israelí es crucial para un nuevo entendimiento entre Estados Unidos y el mundo árabe y musulmán. Intentó una aproximación y se estrelló, como cada uno de sus antecesores, con la variante esta vez de que Obama chocó con un primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, particularmente tenaz, que se negó a detener los asentamientos.

Ahora vuelve a intentarlo en condiciones algo más favorables. Obama ya no tiene por delante más elecciones. No necesita, por tanto, la complicidad de Netanyahu para mantener el voto de los judíos norteamericanos. Ahora es Netanyahu quien está próximo a las urnas y expuesto al riesgo de un electorado que quiere que sus gobernantes se lleven bien con Estados Unidos, su última garantía de supervivencia. Eso le da algo más de margen a Obama para intentar un nuevo acercamiento al conflicto desde una posición algo más equilibrada.

Dentro del diario drama humano y los enormes riesgos de la situación (incrementados por la guerra en Siria), algunas cosas han mejorado lo suficiente como para alimentar cierto optimismo: Obama ha fortalecido su posición en casa, Morsi (presidente de Egipto) es un socio más rebelde pero también más creíble que Hosni Mubarak, el régimen sirio no está en una posición como para estorbar demasiado, los palestinos están menos divididos, Hamás ha demostrado su fuerza pero también su debilidad y Netanyahu puede acabar de entender, estos días en Gaza, que no hay solución militar para el conflicto y que el tiempo y la demografía juega a favor de la población árabe, en los territorios ocupados y en el mismo Israel.

Todos esos factores que conducen al optimismo pueden verse superados por una fuerza mayor, la proverbial intransigencia de los principales protagonistas del conflicto. La falta de verdadera voluntad de paz ha sido el principal problema siempre y sigue siendo el gran obstáculo ahora. Además hoy en día existe un problema añadido en el conflicto, la aparición y control de Hamás sobre la Franja de Gaza.

Palestina ha sido liderado históricamente por la hegemonía de Fatah (el partido de Yasser Arafat). Fatah se mueve dentro del denominado "socialismo árabe" o lo que antes se llamaba Baasismo o Modelo Nasser. Es un partido nacionalista que promueve fundamentalmente la libertad para el pueblo palestino en una serie de condiciones, (el fin de los asentamientos, la caída del muro de Apartheid levantado por Israel, etc.). La aparición de Hamás con actos de corruptela y faltos de transparencia han dificultado la situación de Palestina. Hamás es un movimiento (más que un partido) de corte yihadista que participa en la ANP y que tiene mayoría en la Cámara.

Aun así el poder de facto en Palestina lo tiene Fatah porque es el único con el que Israel y por ende, el resto de la comunidad internacional negocia. Fatah se postula totalmente contrario a Hamás, porque estos son islamistas radicales y el "socialismo árabe" es un tanto laico en su discurso. La entrada de Hamás en Gaza ha supuesto una ruptura entre Fatah y Hamás, acrecentado en la figura de sus líderes; Abbas (Presidente de Fatah) y Haniyah (Líder de Hamás). En el momento en el que estos dos movimientos no respetan el juego (Abbas es Presidente de la ANP) se produce una ruptura y cada uno controla su territorio. A partir de ésta, un tanto violenta, cada uno obtuvo una zona; Hamás la Franja de Gaza y Fatah la ribera del Jordán.

El problema es que los territorios ocupados son inconexos geográfica y políticamente, lo que genera divisiones y conflictos internos. Esto produce una serie de diferencias entre Hamás y Fatah, que son casi insalvables. Hamás no reconoce al Estado de Israel por lo que sus peticiones nunca quedarían totalmente satisfechas y esperar un reparto de fronteras pre-Yom Kippur sería ilusorio, además que su política de desgaste es muy difícil de aplicar a la zona. 

La conclusión, algo descorazonadora ahora mismo, es que Palestina es una ilusión, no existe como realidad política, está Gaza-Hamás e islamismo por un lado y Cisjordania-Fatah, posibilismo por el otro. Limar estas asperezas es primordial para lograr la unión del pueblo palestino, si se quiere lograr un acuerdo y entendimiento palestino-israelí es fundamental que Palestina logre la vía de un entendimiento profundo dentro de su propio pueblo.


Alfredo León
Twitter:@fefifredo

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