lunes, 26 de noviembre de 2012

Engordar al tigre para que te devore.


El 25-N es de ERC. Oriol Junqueras y los suyos son los grandes triunfadores de las elecciones catalanas. En sus manos queda el futuro de Cataluña y, por extensión, el del resto de España. Artur Mas merece tener un busto en la sede de ERC, junto al de José María Aznar.


Paradojas de la política (o no): A los independentistas catalanes les favorece siempre en las urnas que el PP gobierne en España. Con José María Aznar como presidente con mayoría absoluta, ERC logró en 2004 ocho escaños históricos en el Congreso y ahora con Mariano Rajoy en idéntica situación es el partido que mayor ascenso experimenta y es la segunda fuerza.

Ahora le ha ayudado Artur Mas que ha forzado y ha llevado a CiU, que ha sido siempre un partido de orden y con sentido de Estado, hacia “la revolución secesionista” para acabar muy por debajo del resultado de las anteriores elecciones catalanas y para que, finalmente, sea ERC quien tenga en su mano la capacidad de decidir en Cataluña.


El 25-N es también el día del fracaso de Artur Mas, porque su giro soberanista ha terminado por ser un pésimo negocio, que no le ha acercado precisamente a la mayoría absoluta que pretendía, sino a una victoria pírrica y a tener que gobernar en minoría exigua. Tiene el mismo porcentaje de voto de las generales de hace un año, después de la que ha liado y lo que ha arriesgado.

Entre CiU y ERC suman escasamente por encima de la mayoría absoluta. Los votantes nacionalistas han preferido apoyar al original y respaldar a quien de verdad está dispuesto a recorrer el incierto camino hacia la independencia y no a quien se ha puesto de pronto a la cabeza de la manifestación.

Es como si un empleado de banca cambiara de actividad en dos meses para dirigir un restaurante y que, finalmente, sea la cafetería de al lado la que se lleve los clientes, porque la dirige un verdadero cocinero y no alguien recién llegado a la restauración. De esa forma, Mas le ha hecho el trabajo a ERC.

Podría decirse que el órdago y el anticipo electoral le han salvado de la derrota que hubiera sufrido si no hubiera tapado con la senyera la bancarrota de Cataluña y los recortes sociales, pero el giro ha sido tan enorme que no se justifica con un resultado tan desastroso. Las heridas en las instituciones, en su partido y en él mismo no le han compensado. Se ha subido a un tigre que le ha desbordado, que tiene vida propia, que se ha fortalecido y que terminará por devorarle. Además habrá defraudado las expectativas de quienes veían con esperanza legítima la promesa de la Arcadia feliz.

Como metáfora de ese giro, su portavoz parlamentario (Josep Antoni Duran Lleida) duerme en una suite del Palace, viaja con pasaporte diplomático del reino de España, estuvo a punto de ser ministro, defiende a los empresarios en el Congreso y se ve en la cabeza de una manifestación al margen de la ley, de la mano de Joan Tardà, a quien evita y ve como a un marciano en el hemiciclo. Todo para quedarse con muchos menos escaños de los que tenía y gobernar la bancarrota con menos apoyo.

Con mayoría absoluta Artur Mas hubiera tenido capacidad para marcar su ritmo y su hoja de ruta hacia la consulta independentista, pero ahora dependerá de ERC. Y la gran pregunta de la noche y de los próximos días es si cederá a ERC el protagonismo de esa aventura, si se plegará a un ritmo que necesariamente irá más lejos y más rápido, si la capacidad de decisión de Oriol Junqueras se traduce en una secesión más rápida con Artur arrastrando los pies. Más bien parece que frenará.

La apuesta de Mas le deja heridas y le obliga a ponerse en manos de otros. Quien se presentó como el Mesías que llevaba a Cataluña a la tierra prometida, tendrá ahora un copiloto que le marque la ruta y la velocidad y con un coche menos potente que el que tenía antes. Nunca se sabrá hasta qué punto ha influido en ese resultado el desgaste por el informe policial apócrifo, pero fácilmente puede interpretarse que CiU y su líder han sufrido un enorme desgaste que les ha debilitado ante las urnas y ante el proceso dificilísimo y delicadísimo que se abre ahora.

Al PP le ha salido bien la jugada de, como mínimo, hacer surf en las olas de esa guerra sucia. No podía evitar que el Parlament siga siendo mayoritariamente soberanista, pero sí al menos dividir las fuerzas, para debilitar al oponente, aunque haya fortalecido a ERC. El resultado de Alicia Sánchez Camacho aunque es el mejor del PP en Cataluña, es algo peor del que esperaba en una campaña tan polarizada, lejos de ser segunda fuerza como pretendía y por debajo de los socialistas. En la polarización España-Cataluña comparte posición con Ciutadans, la otra fuerza triunfadora de las elecciones, que ha tenido una subida espectacular. Entre ambos suman el resultado de las generales de hace un año del PP en Cataluña.

Del PSC lo mejor es que la caída ha sido menor de lo previsto cuando se descontaba el batacazo, pero deja de ser la segunda fuerza en número de escaños. Lo terrible es que los socialistas últimamente comparecen ante las urnas en distintas elecciones con la única incógnita de ver hasta dónde llega la riada y cómo de dura será la caida y con una bajada limitada se dan por contentos. Con respecto a las generales de hace un año, el PSC ha perdido 11 puntos, aunque ha superado las expectativas de las encuestas.

A partir de hoy el terreno político está libre de cargas electorales para que se inicie la batalla de los impacientes, los que dentro del PSOE están hartos de que no se termine de ver el fondo del pozo.
En el PSC, pese a todo, se abre un debate sobre su propia identidad y la duda de si Pere Navarro llega al final de su travesía como líder.

Otro dato relevante es el de CUP, una especie de trasunto de lo que fue AGE en Galicia hace poco y que demuestra que hay un voto ascendente a la izquierda del PSOE que recoge ese malestar social. El voto a ICV tiene una lógica parecida, con el éxito de Joan Herrera al lograr abrir paso a su discurso social por encima del territorial.

Y desde hoy, Mariano Rajoy puede empezar a pensar, si no lo ha hecho ya, en la forma de gestionar una situación tan compleja como la que se le avecina. Si se sienta a negociar debe tener claro qué puede ofrecer, por ejemplo, la ayuda que Cataluña necesita para salir de la bancarrota. El resultado, dentro de lo pésima que era la situación, no es la peor para el presidente del Gobierno, porque echará un pulso con un oponente más débil, con una mayoría muy corta y más que dudas en su partido. Quizás tienda puentes para que Mas vuelva a la casilla de salida.


Fernando Garea
Fuente: elpais.es

jueves, 22 de noviembre de 2012

El País de nunca "Hamás"

En los últimos días se ha vuelto a intensificar el conflicto en Oriente Próximo, tras el asesinato selectivo israelí de Ahmed Yabari, el jefe militar de Hamás en Gaza. La respuesta de las milicias palestinas ha sido contundente: lluvia de cohetes y misiles que han hecho sonar las alarmas en Tel Aviv y hasta en Jerusalén, algo que no sucedía desde hacía décadas. Mientras, el Ejército israelí se ha empleado a fondo en Gaza. Ha bombardeado durante ocho días y noches el estrecho pedazo de territorio palestino y ha matado a más de 150 personas.





Intentar entender el conflicto palestino-israelí es prácticamente un imposible. Judíos y palestinos llevan más de medio siglo enfrentados, con continuos altercados violentos y rutinarios actos de barbarie y terror. Hace una semana el selectivo asesinato israelí de Ahmed Yabari, jefe militar de Hamás en Gaza, abrió la caja de pandora y reavivó una escala de actos violentos en la Franja. Las milicias de Hamás enviaron numerosos misiles hacía Tel Aviv y el propio Jerusalén y la respuesta de Israel ha sido contundente. Han bombardeado Gaza con fiereza, ocho días y noches de barbarie sin tregua para el pueblo palestino, que ha visto como más de 150 personas han perdido la vida. Una escenificación clara de que judíos y palestinos se encuentran en terrenos totalmente opuestos para lograr un principio de paz y concordancia con respecto al conflicto en Oriente Próximo.

EEUU se ha posicionado claramente en favor de Israel al que considera el país agredido. La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, reafirmó el apoyo “sólido como una roca” de EEUU a Israel, a la vez que hacía una llamada para evitar una escalada del conflicto. "Estados Unidos trabajará con nuestros socios en Israel y en toda la región para conseguir seguridad para el pueblo de Israel, mejorar las condiciones del pueblo de Gaza y avanzar hacia una paz global para todos los pueblos de la región"  dijo Clinton a su llegada a Jerusalén.

Obama entendió desde el principio de su presidencia que la solución del problema palestino-israelí es crucial para un nuevo entendimiento entre Estados Unidos y el mundo árabe y musulmán. Intentó una aproximación y se estrelló, como cada uno de sus antecesores, con la variante esta vez de que Obama chocó con un primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, particularmente tenaz, que se negó a detener los asentamientos.

Ahora vuelve a intentarlo en condiciones algo más favorables. Obama ya no tiene por delante más elecciones. No necesita, por tanto, la complicidad de Netanyahu para mantener el voto de los judíos norteamericanos. Ahora es Netanyahu quien está próximo a las urnas y expuesto al riesgo de un electorado que quiere que sus gobernantes se lleven bien con Estados Unidos, su última garantía de supervivencia. Eso le da algo más de margen a Obama para intentar un nuevo acercamiento al conflicto desde una posición algo más equilibrada.

Dentro del diario drama humano y los enormes riesgos de la situación (incrementados por la guerra en Siria), algunas cosas han mejorado lo suficiente como para alimentar cierto optimismo: Obama ha fortalecido su posición en casa, Morsi (presidente de Egipto) es un socio más rebelde pero también más creíble que Hosni Mubarak, el régimen sirio no está en una posición como para estorbar demasiado, los palestinos están menos divididos, Hamás ha demostrado su fuerza pero también su debilidad y Netanyahu puede acabar de entender, estos días en Gaza, que no hay solución militar para el conflicto y que el tiempo y la demografía juega a favor de la población árabe, en los territorios ocupados y en el mismo Israel.

Todos esos factores que conducen al optimismo pueden verse superados por una fuerza mayor, la proverbial intransigencia de los principales protagonistas del conflicto. La falta de verdadera voluntad de paz ha sido el principal problema siempre y sigue siendo el gran obstáculo ahora. Además hoy en día existe un problema añadido en el conflicto, la aparición y control de Hamás sobre la Franja de Gaza.

Palestina ha sido liderado históricamente por la hegemonía de Fatah (el partido de Yasser Arafat). Fatah se mueve dentro del denominado "socialismo árabe" o lo que antes se llamaba Baasismo o Modelo Nasser. Es un partido nacionalista que promueve fundamentalmente la libertad para el pueblo palestino en una serie de condiciones, (el fin de los asentamientos, la caída del muro de Apartheid levantado por Israel, etc.). La aparición de Hamás con actos de corruptela y faltos de transparencia han dificultado la situación de Palestina. Hamás es un movimiento (más que un partido) de corte yihadista que participa en la ANP y que tiene mayoría en la Cámara.

Aun así el poder de facto en Palestina lo tiene Fatah porque es el único con el que Israel y por ende, el resto de la comunidad internacional negocia. Fatah se postula totalmente contrario a Hamás, porque estos son islamistas radicales y el "socialismo árabe" es un tanto laico en su discurso. La entrada de Hamás en Gaza ha supuesto una ruptura entre Fatah y Hamás, acrecentado en la figura de sus líderes; Abbas (Presidente de Fatah) y Haniyah (Líder de Hamás). En el momento en el que estos dos movimientos no respetan el juego (Abbas es Presidente de la ANP) se produce una ruptura y cada uno controla su territorio. A partir de ésta, un tanto violenta, cada uno obtuvo una zona; Hamás la Franja de Gaza y Fatah la ribera del Jordán.

El problema es que los territorios ocupados son inconexos geográfica y políticamente, lo que genera divisiones y conflictos internos. Esto produce una serie de diferencias entre Hamás y Fatah, que son casi insalvables. Hamás no reconoce al Estado de Israel por lo que sus peticiones nunca quedarían totalmente satisfechas y esperar un reparto de fronteras pre-Yom Kippur sería ilusorio, además que su política de desgaste es muy difícil de aplicar a la zona. 

La conclusión, algo descorazonadora ahora mismo, es que Palestina es una ilusión, no existe como realidad política, está Gaza-Hamás e islamismo por un lado y Cisjordania-Fatah, posibilismo por el otro. Limar estas asperezas es primordial para lograr la unión del pueblo palestino, si se quiere lograr un acuerdo y entendimiento palestino-israelí es fundamental que Palestina logre la vía de un entendimiento profundo dentro de su propio pueblo.


Alfredo León
Twitter:@fefifredo

martes, 6 de noviembre de 2012

El enfoque económico de Obama, clave para su posible victoria.




Obama entró a la Casa Blanca durante el crack financiero mundial más importante desde la depresión de los años 30. Todo el mundo entró en recesión en 2008-2009. Siendo a) una crisis ya empezada cuando llegó al poder y b) una crisis global, poco se puede culpar a Obama de la recesión.

Aunque hay que tener en cuenta que el crecimiento está estancado en comparación con el ritmo pre-crisis y que los niveles de paro americano son similares que hace cuatro años. Sí que se debe mirar con lupa la política económica seguida en el periodo 2008-2012, que ha centrado parte del debate electoral y, de hecho, ha polarizado la opinión publica norteamericana los últimos cuatro años.

Parte del argumento electoral de Obama, culpar a la desregularización financiera de la era Bush como causante principal de la crisis para limpiarse sus manos es falsa. Si bien está claro que la desregularización financiera fue parte causante de la crisis, ésta empezó ya con el gobierno Clinton, el mismo que ahora acompaña al presidente para rasgar hasta el último voto.

Es más, después de mucha retórica anti-Wall Street y pro-regulación, poco se ha adelantado estos cuatro años. De hecho, Goldman Sachs y compañía, siguen controlando los pasillos del Capitolio y evitan cualquier pieza de legislación que limite los privilegios del mundo financiero.

Es justamente esto, una mayor reactivación de la economía y una falta de combatividad desde qué se asentó en la Casa Blanca, por lo que Obama produce decepción. Ya no ha llenado campos de fútbol ni ha movilizado a tanta gente durante la presente campaña.

Sin embargo, parece que Obama va a renovar la mayoría. Pero ya no es, no obstante, una aurea de ilusión y esperanza, sino el mal menor entre dos planes económicos.

Pues sí que es cierto que ha habido diferencias claras entre el enfoque de la economía de Obama y su oposición republicana u otros países del mundo, como el Reino Unido y la Zona Euro. Diferencias positivas que explican, en parte, la victoria.

En 2008, EEUU y el Reino Unido compartían grandes sectores financieros, peligrosas burbujas inmobiliarias, gigantes índices de deuda privada que mantenían artificialmente el consumo y parecidos niveles de deuda pública.

Ambos países sufrieron la caída de Lehman Brothers en setiembre de 2008 y la consiguiente expansión de la crisis. La reacción inicial fue parecida: tipos de interés a cero, expansión monetaria y contracíclicas políticas de estímulo fiscal.

El crecimiento de las dos economías fue paralelo hasta medianos de 2010, cuando el nuevo gobierno de coalición británico cambió radicalmente de política económica y la centró en la austeridad, marcando como prioridad no el crecimiento sino la reducción de la deuda pública.

No fue una locura de los ingleses. Los vientos prusianos ya defendían esta tesis desde hacía meses, y así se impuso a puño y letra a Grecia primero y a la demás periferia europea después.

Al otro lado del Atlántico, los republicanos asumieron la austeridad como pilar de su oposición. Se renovaron y crecieron en 2009-2010 con la creación del Tea Party, que tiene entre sus principales demandas la reducción del gasto público y la oposición a las políticas de estímulo, a la sanidad pública o a las ayudas hipotecarias a las clases medias.

Desde intereses empresariales como los hermanos Koch o más ideológicos como Nial Ferguson, la derecha neoconservadora americana ha estado criticando los últimos años la política económica de Obama, la estigmatización del estado, las políticas sociales y cualquier intervención de la economía.

Aún con la pérdida de aliados internacionales y de instituciones como el FMI, la bajada delrating a su deuda soberana, y a una crecida oposición interna que ganó las elecciones a la Cámara de Representantes, Obama siguió con sus políticas de estímulo durante el 2011 y 2012, conducida por el ministro del Tesoro Timothy Geithner y  aupado por neo-keynesianos como Paul Krugman.


GDP UK US EU 300x188 La relección de Obama
El resultado es evidente. Obama no sólo ha evitado el colapso del sistema: ha protegido la industria domestica, ha dinamizado el consumo y desarrollado la inversión en energía.

Ha conseguido un nivel de crecimiento mayor que el Reino Unido o Europa, superando ya los niveles de 2007. De hecho, el diferencial con el Reino Unido se ha profundizado desde la aplicación de la austeridad en las islas. Desde el tercer trimestre de 2010, la economía americana ha crecido un 2.7%, mientras que la británica se ha contraído un 0.8%.

Y, si el teórico motivo de la austeridad era sacrificar el crecimiento a corto plazo para reducir el déficit publico y reequilibrar la economía, un contraste entre los países muestra que ni para esto ha servido.

El déficit publico en EEUU se ha reducido del 10.5% del PIB en 2010 al 8.2% en 2012, una reducción superior a la del Reino Unido, que ha bajado del 9.8% al 8.1%.

En sí, no solo se ha conseguido el crecimiento y empleo sino que se ha reducido el déficit público más ampliamente que aquellos países que han apostado estoicamente por la estabilidad presupuestaria como principal objetivo.

El centro americano, aun sufriendo las consecuencias de la crisis, reconocen que un gobierno republicano obsesionado con políticas de déficit pondría en peligro la recuperación económica tal y como esta pasando en el Reino Unido y la Zona Euro.

Las constantes referencias a España, Grecia o la zona euro por parte de la campaña demócrata o Krugman, son su intento de explicar a la población cual serían los resultados en la economía si ganaran los republicanos.

Es más, el plan económico de Romney no cuadra. Incluso desde posiciones neoliberales como The Economist, se ha renegado de la viabilidad del proyecto republicano y han endorsado a Obama.

Romney pretende, al mismo tiempo, mantener los beneficios fiscales a las rendas más ricas, aumentar el presupuesto militar y eliminar el déficit publico estructural en los próximos cuatro años, sin tocar los programas de sanidad y pensiones públicos (o tocándolos, pero con la garantía promesa de que el saldo a recibir para el ciudadano será idéntico).

Si Romney es incapaz de convencer de pleno a sus cercanos ideológicos, complicado está ganarse a un centro americano que tiene muy reciente aún el final de  la era Bush. El candidato republicano no ha conseguido separarse del pasado de su partido y de la desregularización que condujo a la crisis.

El discurso pro-redistribución de Obama y el apoyo a las clases medias en un momento que van perdiendo constantemente poder adquisitivo es clave para entender la victoria demócrata.

Qué parte hay de retórica electoral en el discurso progresista sólo el tiempo lo dirá. Y bien pronto, pues a uno de enero de 2013 se deberá llegar a un acuerdo entre la Casa Blanca y el Congreso para el presupuesto. Y parece indicar que, aún si los demócratas ganan, el fantasma de la austeridad seguirá recorriendo Occidente.

Constantí Segarra.

boxedpress.com



Yes, Mr. President.

América se levantará el miércoles con el mismo presidente y Occidente con el mismo líder.

A pocas horas de las elecciones, y cuando ya han votado de forma anticipada más de 20 millones de americanos, la media de los sondeos apuntan a una dirección: Obama ganará suficiente estados clave para ser reelegido.

El previsible sistema electoral americano provoca que los candidatos entren a la jornada electoral con votos seguros. Así, el equipo Obama/Biden, cuenta con 201 votos, mientras que Romney/Ryan llegan a los 191. Hay un total de 538, situándose la mayoría en un mínimo de 269.

Hay solo once estados en que los sondeos no se atreven a dar un claro ganador (el margen de error supera o se aproxima a la diferencia entre los candidatos). Los once estados disponen de un total de 146 votos y podrían, por tanto, decantar la balanza en cualquier de los dos candidatos.

Los 146 votos no seguros están divididos en Florida (29), Pennsylvania (20), Ohio (18), Michigan (16), Carolina del Norte (15), Virginia (13), Wisconsin (10), Colorado (9), Nevada y Iowa (6) y New Hampshire (4).

SONDEOS EEUU2 300x166 La relección de Obama
Según la media de las encuestas disponibles, Obama ganaría todos los estados clave excepto Florida y Carolina del Norte. Si los sondeos se cumplen, Obama ganaría holgadamente las elecciones, por 303 frente a los 235 de Romney.

Sólo una carambola de las encuestas y una improbable remontada podrían dar la victoria a Romney. El republicano debería mantener Florida, y ganar Virginia y Colorado (donde existe un reñido 1% de diferencia a favor de los demócratas). Aún así, no sería suficiente.

Necesitaría un vuelco en Pennsylvania, Ohio o Michigan.

Ohio parece ser la batalla clave, pues ha concentrado la mayoría de los actos de campaña de ambos candidatos los últimos días. No obstante, con una diferencia de casi el 3%, parece inclinado irrevocablemente a Obama.

Michigan y Pennsylvania, con cerca del 4%, parecen aun más consolidados para los demócratas. Perder Michigan, después de las ayudas públicas que Detroit ha recibido del gobierno federal para salvar la industria automovilística sería un improbable duro golpe para Obama.

El intento de Romney de abastar todos los estados clave en los últimos días de campaña ha sido oportunamente tildado de desesperado por sus contrincantes.

A pesar de que diferencias más largas se han recortado y que no se puede descartar una sorpresa –de hecho se puede alargar la noche electoral-, las probabilidades de Romney de mantener su ventaja en Florida y a la vez, ganar Virginia, Colorado y una de las tres restantes parecen remotas.

Es más, la tendencia de las encuestas la última semana y los sondeos a pie de urna de los votantes de Florida (ya han votado más de tres millones de personas en la península) prevén que más que remontar, a Romney le costará mantener los resultados actuales.

Constantí Segarra.
boxedpress.com