Los
recortes que está realizando el gobierno de Mariano Rajoy nos abocan al mismísimo
abismo. España va enfilada y a toda máquina hacia la autodestrucción más
severa, provocada por los absurdos e intolerables recortes en Educación,
Sanidad, Cultura, e Investigación y Desarrollo. Las medidas atacan con total
fiereza los pilares del Estado del bienestar, que resulta fundamental para que
una población crezca y evolucione. Este gobierno ha perdido las riendas de la
cordura, y el modelo económico del país está totalmente agotado. ¿Qué es lo que
intenta Mariano Rajoy?. A ver si lo entiendo, Señor Presidente.
España es un país equivocado, categóricamente errante,
irrisorio e incluso supera los límites de la vergüenza. Nos hemos convertido en
ese montículo de tierra que vive inmerso en la farsa, en la pillería, en el
esfuerzo mínimo, en la viveza de unos actos faltos de transparencia. La clase
política es totalmente nula en inteligencia y sabiduría, sus actos así lo
manifiestan, y sus ideas atribuyen una falta de conocimiento insultante, su
incompetencia es mayúscula y su falta de rigor asombrosa.
Hace días escuche un testimonio que me dejó sorprendido. Manuel
Milián Mestre, (ex-diputado del PP y “Fundador del Partido junto a Manuel Fraga
Iribarre”), que dejó las funciones políticas en el año 2000 al sentir una
profunda decepción con la pésima transformación de ésta, decía: “Soy un rebelde
en el seno del partido, por la lealtad a unas ideas por las cuales me muevo.
Jamás me he movido por intereses. Y esa es la clave, la degeneración de los
partidos viene determinada por su movimiento ante los intereses”. El señor
Milián Mestre proseguía diciendo una de las frases más certeras que he
escuchado en tiempo: “La política para mí es un acto de servicio a la sociedad,
es una vocación de instalar unas ideas determinadas en defensa de un concepto
del bien común”. Es difícil describir la profunda identificación que siento al
escuchar estas palabras, verdaderamente hacen que me estremezca de emoción al
palpar que existen otro tipo de personas que, incluso con pensamientos diferentes,
o con matices ideales distintos, presentan una similitud en la concepción de un
término absolutamente puro, claro y conciso para ambos.
Milián Mestre manifestaba también una frase rotunda y
profundamente reflexiva e interesante: “En los partidos triunfan los
oportunistas, se imponen los mediocres y de ahí vienen el desastre de la
democracia actual por la AUREA MEDIOCRITAS de la clase política”. Es decir por
la tiranía de los mediocres, que utilizan métodos y sistemas desleales para
imponerse, en detrimento de los que buscan la excelencia política con actos e ideas,
puras y transparentes. Concluía Mestre declarando: “Es imprescindible la refundación
de la política, pero con una conciencia moral y política nueva. Esto no es una
crisis económica, es una crisis moral. El capitalismo está condenado a morir si
sigue por este camino”. Sencillamente sublimes las palabras de este caballero, el
cual es el ejemplo de persona que siempre enaltezco en mis conversaciones y
debates pueblerinos. Él es el verdadero ejemplo de la pura moralidad, de la
representación férrea de los valores, de los ideales claros, intachables, íntegros
e insobornables. Mestre es la figura ideal que deambula por mis sueños, esa que
debe ser quién administre nuestros recursos públicos; él es esa figura ideal
que debe estar al servicio del ciudadano y no el mediocre de turno que solo va
en busca de la beneficencia personal y sus intereses particulares.
Efectivamente como Milián Mestre manifestaba esto se trata
de una crisis moral, algo que trasciende más allá de la economía, muchísimo más
allá de conceptos matemáticos ni reglas estipuladas, pero que de la misma forma
que se aleja de estos matices, se acerca de forma inversamente proporcional a
la EDUCACIÓN. Esta moral se consigue educando, culturizando, inculcando una
ética pulcra, unos valores férreos y bien cimentados, que prohíban el
adulterio, la trampa, que sean lo suficientemente fuertes para actuar con
honestidad, con transparencia, y esto solo se consigue desde la EDUCACIÓN,
desde la utilización de la enseñanza y la cultura. Así que dígame Señor
Presidente, ¿Qué es lo que pretende?.
Señor Presidente, ha expoliado usted la educación, la
cultura, incluso hasta la sanidad y la investigación. Tanto las clases medias
como las altas han sido vulneradas por unas políticas de mantenimiento, de lo
que viene siendo un disparate administrativo, político y autonómico. 445.000
políticos para 47 millones de habitantes, y esto sin contar asesores, adjuntos,
cómplices y colegas de turno. Existen países de 80 millones de habitantes con
menos de la mitad de administradores que España. Quizás a estos países les
falten políticos, pero si no es así (que no lo es), tengo algunas preguntas
para usted, Señor Presidente.
¿Para qué sirven 390 senadores?. ¿Para qué sirven 350
diputados y 54 eurodiputados?, ¿Nos manejaríamos peor de lo que estamos con la
mitad?, ¿En serio?. ¿Para qué sirven 74.000 alcaldes y concejales, cada cual
con su paquete de asesores y adjuntos?. Si un concejal de municipio necesita
contratar a 10 asesores, ¿para qué demonios sirve ese concejal?, ¿Para dar de
comer a numerosos parientes y colegas?. ¿Para qué sirven 1.200 parlamentarios
autonómicos y 1.030 diputados provinciales?, ¿Sabe usted a cuánto asciende la
suma de todo lo que cobra esa gente? ¿Y a cuánto ascienden las facturas de lo que
comen?.
Sé que usted no está documentado sobre ello, su
mediocridad e incompetencia no se lo permite, pero no se preocupe, yo le voy a
dar el dato. Todo este tinglado regional, repartido en 17 autonomías, duplicadas,
triplicadas y multicuatríplicadas nos cuesta al año 90.000 millones de Euros.
No a usted, sino a todos los españoles. En vista de esto, ¿Cómo es posible
que este putiferio de gobierno nos la “meta” a las familias y no a ellos
mismos?. ¿Cómo es posible que en vez de apuntillar a esa marabunta de
indeseables, se la endiñe a la Dependencia, la Sanidad, la EDUCACIÓN, la
cultura, el pequeño comercio, o el I+D?
A ver si lo entiendo, Señor Presidente, ¿Cómo es usted
capaz de perjudicar a la gente que de verdad lucha y trabaja, en vez de a todos
esos golfos, desvergonzados y manifiestamente incompetentes, que se lucran,
mediante la trampa y el adulterio, a costa del prójimo? Explíqueme Señor
Presidente, ¿Por qué no es usted capaz de meterle mano a ese negocio autonómico,
absurdo e insostenible, del que lleva viviendo tanta gentuza, desde hace más de
treinta años?. 17 parlamentos, 17 embajadas, defensoras del pueblo, empresas,
instituciones. Negocios casi privados (o sin el casi) que se sostienen con
dinero público.
Si nos queda algún tipo de consuelo es que a esa pandilla
de mequetrefes la hemos puesto nosotros, la hemos ido votando nosotros. Para
nada somos inocentes. Quizás se traten de proyecciones e incluso de nuestras
criaturas, esas que llevamos más de treinta años engordando con nuestra
imbecilidad y abulia política, y cuando no, con complicidad ciudadana directa,
como Valencia, Murcia… Nos encontramos con unas administraciones de justicia
vergonzosas. Con unos tribunales cuando no politizados, o venales, a menudo
lentos y apáticos. Multitud de casos con el golfo, impune; y el ciudadano,
indefenso. Esa clase de políticos de todo signo y color, puestos en las
administraciones, bancos, cajas de ahorro para favorecer a partidos y colegas,
todos impunes.
Dígame usted señor presidente, ¿No cree que todo esto se
desmorona?. Le creeré cuando manifieste públicamente que este disparate de
Estado es insostenible, que este putiferio político es vergonzoso, dantesco,
LAMENTABLE. Le creeré, Señor Presidente, cuando diga, mirándonos a los ojos,
que va a apostar y luchar por un gran pacto de Estado con la oposición. Cuando
se cargue toda esta auténtica barbaridad, reduciéndola, racionalizándola, controlándola,
adecuándola a lo real, a lo estrictamente necesario. Cuando diga que va a
desmontarle el chiringuito a todos estos mangantes, a todos los que pueda, y a
los que no pueda también, a limitárselo al máximo. A lo imprescindible y legítimo.
Le creeré cuando lo haga, pero dudo mucho que así sea, Señor
Presidente. Es usted tan prisionero de su propia chusma político-autonómica como
lo es el PSOE de la suya. Es irrisorio que no pare usted de hablar de soberanía
con respecto a Europa, cuando luego es incapaz de ejercerla en su propio país,
sobre sus propios políticos. Dicho sin rodeos, no tiene usted cojones, Señor
Presidente. Seguiremos pagándolo los mismos, cada vez más, y seguirán disfrutándolo los de siempre.
Tanto usted, Señor Presidente, como la oposición si
gobernara, seguirá yendo a lo fácil. A cargar contra una sociedad debilitada,
contra una población triturada, con 5 millones de parados, lo que no se atreven
a cargar contra su repugnante ejército de colegas, socios y compadres. Seguirán
haciéndonos aún más pobres, menos sanos, menos educados, mientras ustedes se
llenan las arcas con nuestro desamparo social. Hasta el ocio, para olvidarle a
usted, y la cultura, para poder soportarlo nos la quitará, será imposible.
Así que a veces cuando me paro a pensar en todos estos
turbios asuntos, se me va la chaveta y pienso que lo mejor es que nos domine la
tecnocracia. En realidad si me lo tomo con sosiego y lo pienso con tranquilidad
no se me ocurre otra solución más adecuada y eficaz. El movimiento tecnocrático
es la solución más avanzada y coherente a esta piltrafa de país. El bienestar
social hoy en día está siendo atacado, vulnerado, violado, y la tecnocracia
aboga por un sistema del bien común, en donde se optimicen las actuaciones políticas
basándolas en el avance social, educacional, cultural, tecnológico e innovador.
Los tecnócratas son aquellos que dominan la excelencia de
una materia, ya sea basado en la economía, la administración, la investigación,
innovación, etc. Estos ejercen sus cargos públicos con una tendencia clara a
hallar soluciones apegadas a la técnica, o técnicamente eficaces, por encima de
otras consideraciones ideológicas, políticas o sociales. Cosa que se aventura
absolutamente imposible en el entorno político-social en el que nos encontramos
inmersos hoy en día. Así que, a ver si lo entiendo Señor Presidente. ¿Es usted
capaz de todo esto?. No lo creo.
Alfredo León
Twitter:@fefifredo