martes, 24 de julio de 2012

A ver si lo entiendo; Señor Presidente.


Los recortes que está realizando el gobierno de Mariano Rajoy nos abocan al mismísimo abismo. España va enfilada y a toda máquina hacia la autodestrucción más severa, provocada por los absurdos e intolerables recortes en Educación, Sanidad, Cultura, e Investigación y Desarrollo. Las medidas atacan con total fiereza los pilares del Estado del bienestar, que resulta fundamental para que una población crezca y evolucione. Este gobierno ha perdido las riendas de la cordura, y el modelo económico del país está totalmente agotado. ¿Qué es lo que intenta Mariano Rajoy?. A ver si lo entiendo, Señor Presidente.

España es un país equivocado, categóricamente errante, irrisorio e incluso supera los límites de la vergüenza. Nos hemos convertido en ese montículo de tierra que vive inmerso en la farsa, en la pillería, en el esfuerzo mínimo, en la viveza de unos actos faltos de transparencia. La clase política es totalmente nula en inteligencia y sabiduría, sus actos así lo manifiestan, y sus ideas atribuyen una falta de conocimiento insultante, su incompetencia es mayúscula y su falta de rigor asombrosa.

Hace días escuche un testimonio que me dejó sorprendido. Manuel Milián Mestre, (ex-diputado del PP y “Fundador del Partido junto a Manuel Fraga Iribarre”), que dejó las funciones políticas en el año 2000 al sentir una profunda decepción con la pésima transformación de ésta, decía: “Soy un rebelde en el seno del partido, por la lealtad a unas ideas por las cuales me muevo. Jamás me he movido por intereses. Y esa es la clave, la degeneración de los partidos viene determinada por su movimiento ante los intereses”. El señor Milián Mestre proseguía diciendo una de las frases más certeras que he escuchado en tiempo: “La política para mí es un acto de servicio a la sociedad, es una vocación de instalar unas ideas determinadas en defensa de un concepto del bien común”. Es difícil describir la profunda identificación que siento al escuchar estas palabras, verdaderamente hacen que me estremezca de emoción al palpar que existen otro tipo de personas que, incluso con pensamientos diferentes, o con matices ideales distintos, presentan una similitud en la concepción de un término absolutamente puro, claro y conciso para ambos.

Milián Mestre manifestaba también una frase rotunda y profundamente reflexiva e interesante: “En los partidos triunfan los oportunistas, se imponen los mediocres y de ahí vienen el desastre de la democracia actual por la AUREA MEDIOCRITAS de la clase política”. Es decir por la tiranía de los mediocres, que utilizan métodos y sistemas desleales para imponerse, en detrimento de los que buscan la excelencia política con actos e ideas, puras y transparentes. Concluía Mestre declarando: “Es imprescindible la refundación de la política, pero con una conciencia moral y política nueva. Esto no es una crisis económica, es una crisis moral. El capitalismo está condenado a morir si sigue por este camino”. Sencillamente sublimes las palabras de este caballero, el cual es el ejemplo de persona que siempre enaltezco en mis conversaciones y debates pueblerinos. Él es el verdadero ejemplo de la pura moralidad, de la representación férrea de los valores, de los ideales claros, intachables, íntegros e insobornables. Mestre es la figura ideal que deambula por mis sueños, esa que debe ser quién administre nuestros recursos públicos; él es esa figura ideal que debe estar al servicio del ciudadano y no el mediocre de turno que solo va en busca de la beneficencia personal y sus intereses particulares.



Efectivamente como Milián Mestre manifestaba esto se trata de una crisis moral, algo que trasciende más allá de la economía, muchísimo más allá de conceptos matemáticos ni reglas estipuladas, pero que de la misma forma que se aleja de estos matices, se acerca de forma inversamente proporcional a la EDUCACIÓN. Esta moral se consigue educando, culturizando, inculcando una ética pulcra, unos valores férreos y bien cimentados, que prohíban el adulterio, la trampa, que sean lo suficientemente fuertes para actuar con honestidad, con transparencia, y esto solo se consigue desde la EDUCACIÓN, desde la utilización de la enseñanza y la cultura. Así que dígame Señor Presidente, ¿Qué es lo que pretende?.

Señor Presidente, ha expoliado usted la educación, la cultura, incluso hasta la sanidad y la investigación. Tanto las clases medias como las altas han sido vulneradas por unas políticas de mantenimiento, de lo que viene siendo un disparate administrativo, político y autonómico. 445.000 políticos para 47 millones de habitantes, y esto sin contar asesores, adjuntos, cómplices y colegas de turno. Existen países de 80 millones de habitantes con menos de la mitad de administradores que España. Quizás a estos países les falten políticos, pero si no es así (que no lo es), tengo algunas preguntas para usted, Señor Presidente.

¿Para qué sirven 390 senadores?. ¿Para qué sirven 350 diputados y 54 eurodiputados?, ¿Nos manejaríamos peor de lo que estamos con la mitad?, ¿En serio?. ¿Para qué sirven 74.000 alcaldes y concejales, cada cual con su paquete de asesores y adjuntos?. Si un concejal de municipio necesita contratar a 10 asesores, ¿para qué demonios sirve ese concejal?, ¿Para dar de comer a numerosos parientes y colegas?. ¿Para qué sirven 1.200 parlamentarios autonómicos y 1.030 diputados provinciales?, ¿Sabe usted a cuánto asciende la suma de todo lo que cobra esa gente? ¿Y a cuánto ascienden las facturas de lo que comen?.

Sé que usted no está documentado sobre ello, su mediocridad e incompetencia no se lo permite, pero no se preocupe, yo le voy a dar el dato. Todo este tinglado regional, repartido en 17 autonomías, duplicadas, triplicadas y multicuatríplicadas nos cuesta al año 90.000 millones de Euros. No a usted, sino a todos los españoles. En vista de esto, ¿Cómo es posible que este putiferio de gobierno nos la “meta” a las familias y no a ellos mismos?. ¿Cómo es posible que en vez de apuntillar a esa marabunta de indeseables, se la endiñe a la Dependencia, la Sanidad, la EDUCACIÓN, la cultura, el pequeño comercio, o el I+D?

A ver si lo entiendo, Señor Presidente, ¿Cómo es usted capaz de perjudicar a la gente que de verdad lucha y trabaja, en vez de a todos esos golfos, desvergonzados y manifiestamente incompetentes, que se lucran, mediante la trampa y el adulterio, a costa del prójimo? Explíqueme Señor Presidente, ¿Por qué no es usted capaz de meterle mano a ese negocio autonómico, absurdo e insostenible, del que lleva viviendo tanta gentuza, desde hace más de treinta años?. 17 parlamentos, 17 embajadas, defensoras del pueblo, empresas, instituciones. Negocios casi privados (o sin el casi) que se sostienen con dinero público.

Si nos queda algún tipo de consuelo es que a esa pandilla de mequetrefes la hemos puesto nosotros, la hemos ido votando nosotros. Para nada somos inocentes. Quizás se traten de proyecciones e incluso de nuestras criaturas, esas que llevamos más de treinta años engordando con nuestra imbecilidad y abulia política, y cuando no, con complicidad ciudadana directa, como Valencia, Murcia… Nos encontramos con unas administraciones de justicia vergonzosas. Con unos tribunales cuando no politizados, o venales, a menudo lentos y apáticos. Multitud de casos con el golfo, impune; y el ciudadano, indefenso. Esa clase de políticos de todo signo y color, puestos en las administraciones, bancos, cajas de ahorro para favorecer a partidos y colegas, todos impunes.

Dígame usted señor presidente, ¿No cree que todo esto se desmorona?. Le creeré cuando manifieste públicamente que este disparate de Estado es insostenible, que este putiferio político es vergonzoso, dantesco, LAMENTABLE. Le creeré, Señor Presidente, cuando diga, mirándonos a los ojos, que va a apostar y luchar por un gran pacto de Estado con la oposición. Cuando se cargue toda esta auténtica barbaridad, reduciéndola, racionalizándola, controlándola, adecuándola a lo real, a lo estrictamente necesario. Cuando diga que va a desmontarle el chiringuito a todos estos mangantes, a todos los que pueda, y a los que no pueda también, a limitárselo al máximo. A lo imprescindible y legítimo.

Le creeré cuando lo haga, pero dudo mucho que así sea, Señor Presidente. Es usted tan prisionero de su propia chusma político-autonómica como lo es el PSOE de la suya. Es irrisorio que no pare usted de hablar de soberanía con respecto a Europa, cuando luego es incapaz de ejercerla en su propio país, sobre sus propios políticos. Dicho sin rodeos, no tiene usted cojones, Señor Presidente. Seguiremos pagándolo los mismos, cada vez más, y seguirán disfrutándolo los de siempre.

Tanto usted, Señor Presidente, como la oposición si gobernara, seguirá yendo a lo fácil. A cargar contra una sociedad debilitada, contra una población triturada, con 5 millones de parados, lo que no se atreven a cargar contra su repugnante ejército de colegas, socios y compadres. Seguirán haciéndonos aún más pobres, menos sanos, menos educados, mientras ustedes se llenan las arcas con nuestro desamparo social. Hasta el ocio, para olvidarle a usted, y la cultura, para poder soportarlo nos la quitará, será imposible.

Así que a veces cuando me paro a pensar en todos estos turbios asuntos, se me va la chaveta y pienso que lo mejor es que nos domine la tecnocracia. En realidad si me lo tomo con sosiego y lo pienso con tranquilidad no se me ocurre otra solución más adecuada y eficaz. El movimiento tecnocrático es la solución más avanzada y coherente a esta piltrafa de país. El bienestar social hoy en día está siendo atacado, vulnerado, violado, y la tecnocracia aboga por un sistema del bien común, en donde se optimicen las actuaciones políticas basándolas en el avance social, educacional, cultural, tecnológico e innovador.

Los tecnócratas son aquellos que dominan la excelencia de una materia, ya sea basado en la economía, la administración, la investigación, innovación, etc. Estos ejercen sus cargos públicos con una tendencia clara a hallar soluciones apegadas a la técnica, o técnicamente eficaces, por encima de otras consideraciones ideológicas, políticas o sociales. Cosa que se aventura absolutamente imposible en el entorno político-social en el que nos encontramos inmersos hoy en día. Así que, a ver si lo entiendo Señor Presidente. ¿Es usted capaz de todo esto?. No lo creo.   

Alfredo León
Twitter:@fefifredo

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